El Orfeo peruano. Entrevista con Percy Ramírez
Por Alberto Schroth
Luego de perder a Eurídice, el mítico músico griego parte en una peregrinación por lo ancho y profundo del Perú. Además de un arpa andina, lleva el hábito de escribir un diario, como si fuese explorador de un mundo inhóspito y muy vivo.
Hoguera de máscaras o el libro de Orfeo antártico es un poemario ilustrado por el artista Miguel Det, editado por Mesa Redonda en julio de 2011 y escrito por Percy Ramírez, docente y poeta. Cada poema es motivado por una creatura real o de fábula y así el libro entero se constituye como un exquisito bestiario. Conversamos sobre algunos detalles detrás de la solapa y entre líneas.
¿Qué motivos o circunstancias hicieron ignición en ti para evocar a Orfeo en Perú y su maravillada percepción de animales y mitos?
Cuando fui a buscar al doctor Ricardo González Vigil a su clase de Poesía peruana contemporánea, para hacerle algunas consultas acerca de mi tesis, me saludó llamándome Orfeo, y me felicitó por la publicación de Hoguera de máscaras… me puse a reflexionar sobre el asunto, “en frío, imparcialmente”, dejando de lado la carga mística o mágica del personaje: Orfeo, el héroe y músico griego, quien, en primer lugar, no fue tan héroe, sino un cobarde al no persistir en salvar a su amada Eurídice del reino de Hades; luego, su música parece ser más un alucinógeno que un medio de redención; y, por último, Orfeo no fue griego, sino tracio, un eterno forastero. De esta manera, estimados amigos, pretendo justificar, a posteriori, la designación de Orfeo como elleitmotive del libro que nos congrega, porque reúne algunas características antitéticas-paradójicas que me interesan: una excelsa imagen falsete, asimismo la conciencia de la precariedad de la vida, de que “todo lo sólido se desvanece en el aire”. En algún momento, un personaje tan triste como yo. En consecuencia, es posible que el lenguaje de Hoguera… haya excavado un abismo infernal, antes que un puente de cristal.
¿Para hacer que la selva esté viva en una página tuviste que viajar a ella? ¿Cómo surge tu apego o fascinación por los animales, tienes deuda con algunos favoritos que no pudieron estar en el libro?
Alguna vez García Lorca dijo que para versarle a la rosa no era necesario estar frente a la rosa; en tal sentido, coincido con él como discrepo. Y retornamos a la valiosa experiencia vital: me gusta viajar y trato de conocer nuestro infinito punto azul en el cosmos. A pesar de ello, la escritura-corrección es una batalla solitaria frente a la página en blanco; ¿se imaginan ponerme a escribir frente a una inquieta y peligrosa criatura viviente? Además, mis poemas no realizan una simple descripción, no creo en la relación mecánica entre lenguaje y realidad: el referente de la realidad existe, a veces a mi pesar, pero a través de mi imaginación. Inclusive, tengo como fuentes de inspiración a estos seres no vivientes, acaso más reales: La Biblia, las fábulas de Esopo, los libros de emblemas, fragmentos del Fisiólogo, Dioses y hombres de Huarochirí, Manual de zoología fantástica, de Borges; Historia natural, de Watanabe; Bestiario o El cortejo de Orfeo, de Apollinaire; Las metamorfosis, de Ovidio; etc.
Con respecto a mi fascinación por la naturaleza, definitivamente, mantengo un deslumbramiento infantil y proverbial por los animales. Hasta ahora sueño con el desaparecido corral de animales domésticos de mis abuelos en el callejón de Huaylas (Áncash) y con los maravillosos días de pesca en compañía de mi padre, tanto en Chincheros (Apurímac) como en Ancón. A propósito, la pesca con anzuelo requiere esfuerzo, meditación, soledad y paciencia muy parecidos al acto creador.
Aún le debo su poema al oso de anteojos.
Coméntanos un poco sobre el entusiasmo por coser vínculos entre las tradiciones criollas, occidentales y aborígenes del Perú.
En cuanto a los diversas tradiciones culturales que se vinculan en mi obra, una explicación puede ser la siguiente: siento ancestrales fuerzas telúricas de diversas nacionalidades que se dan cita en mí, es como una posesión, y termino expresándome, punto. Este proceso no se da en todos los textos, claro, pero es algo de lo cual por primera vez hablo; por tal motivo, debe ser que, para muchos, exudo hermetismo, quizá de carácter surrealista; solo de carácter, porque cuando se trata de corregir suelo ser riguroso y autocrítico. Aquí debo confesar algo: para mí, escribir es muy difícil. Esta suerte de angustia, que muchas veces me ha llevado a la tentación de abandonar la escritura, es algo que, al reconocerla en monstruos como Guamán Poma o Vallejo, paradójicamente, me ha hecho persistir en este vano oficio.
La tierra y sus creaturas también tienen voz desde el dibujo (que es otra forma de hacer poesía) Orfeo no tiene pasta de conquistador sino de naturalista.
En cuanto a los dibujos, han estado a cargo del maestro Miguel Det, aunque yo también he hecho algo por allí… Yo solía ser dibujante desde muy niño, supongo que son costas a donde volveré muy pronto.
¿Las máscaras son también un recurso para fundir identidades en una suerte de imaginario colectivo, contemporáneo y vinculante?
He jugado a ser muchos, he hablado desde diversos seres; sin embargo, al final, quedo solo zurciendo alguna identidad personal, otra máscara. Supongo que a eso le puedo denominar catarsis, purificación resultante del fuego, del fuego que algo no ha podido destruir sino respetar.
Este poemario es también una forja de varias vocaciones, la del historiador, el profesor de literatura y la poética ¿Cómo contribuyen a la creación esas tres identidades?
Básicamente, me considero un costurero de discursos, que pueden ser escriturales, orales, plásticos, musicales, etc. En tal sentido, no sé si las ciencias de la historia y la literatura sean mis identidades o vocaciones; por eso, coincido con Eielson cuando actualiza el significado holístico y múltiple de la palabra poesía, todo género y toda ciencia trascendiendo. Sin embargo, debo reconocer que he recolectado experiencias y conocimientos, pero muy diversos y heterodoxos, sin los cuales no hubiera podido armar Hoguera de máscaras o el libro de Orfeo antártico. Al apreciar el libro, se darán cuenta de que, definitivamente, estos textos poseen cultura andina y clásica grecolatina, tradición literaria hispana, sensibilidad moderna, así por el estilo.
¿Cuánto un profesor puede aprender de sus alumnos, en esta materia?
Como ya voy diciendo, tengo también un gran respeto por la experiencia vital, sobre todo por aquella que me ha marcado con el signo de lo fatal, mas de eso no hablemos. Por otro lado, en relación a mi experiencia como docente, puedo repetir una frase manida: quien enseña, aprende más, y, con cada nuevo año o ciclo de estudios, siempre se te da la oportunidad de mejorar tu performance como profesor. Me corrijo, estudio más, vuelvo a lo mismo desde otras perspectivas que ya no me hacen ver lo mismo. Y lo anteriormente dicho, ahora que lo pienso, se centra en un elemento de la comunicación literaria que es el receptor; es decir, mis alumnos, muchos de los cuales, ya hace una década, también son mis lectores. Me preocupo muchísimo por ellos, aunque les suelo robar el aura.